Claudia vivió la mayor parte de su vida en la Ciudad de México, donde estudió diseño de moda y ganó un aprecio por el diseño y la arquitectura de diferentes países y culturas. Cuando visitó San Miguel de Allende por primera vez hace catorce años, quedó asombrada por la belleza de la ciudad, a la que llamó “Mi pequeña Florencia”, por los sentimientos similares que evocaba.
Como muchos visitantes, Claudia se enamoró de la belleza, el diseño, la arquitectura, la cultura y la gente de San Miguel, a quienes encontró muy fácil de conocer y se dio cuenta de que podía relacionarse sin problemas con la comunidad extranjera, gracias en gran parte a su fluidez en inglés.
Ahora, después de nueve años de experiencia y como residente permanente de San Miguel, Claudia se da cuenta de que para buscar un hogar se necesita amor, dedicación y profesionalismo. Ella cree que para hacer una conexión con una propiedad, primero debe sentir su belleza y transferirla a sus clientes. Claudia tiene un ojo natural y una pasión por la belleza, el diseño y la arquitectura, que sus clientes aprecian claramente y de las que se benefician continuamente.